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Luego de varias batallas libradas al fragor de un cañón que distrajo el rumbo, resolvà entablar mi leyenda personal. El conseguir dar vida a esta mágica visión ha logrado restaurar mi espÃritu.
Rodrigo Iglesias Ahumada, un gran amigo, por quien tengo un gran aprecio, dijo a través de una simple y cordial conversación sostenida en una red social, que después de largos veinte años, ya era hora de concretar aquello que en silencio, y con pasión cultivé en el transitar de los años. Además de la lucha interna, tuve que enfrentar la única realidad que me ofrecÃa el entorno social. La simple idea de llegar a dedicar el tiempo que requiere esta gran travesÃa, se hacÃa merecedora de un gran discurso sobre lo inadmisible que parecÃa el solo hecho de mencionarla.