XVII Premio de Novela Corta "Salvador García Aguilar"
Disponible bajo pedido
Perfectamente solo y sin faltar ninguno, Matías viaja en su coche todos los fines de semana desde la ciudad al pequeño pueblo de su familia para visitar a una tía, la única que le queda, y acercarse con ella y unas flores al cementerio donde, entre otros muertos, reposa su tío.
Esta pequeña anécdota que narra Aunque Blanche no me acompañe pone en relación dos mundos muy distintos: el de Matías en su ciudad (con una vida de profesor sin demasiados alicientes y una enmohecida convivencia de casado) y el de Matías en su pueblo (acompañando a una anciana tía política de gruesas pero débiles piernas que vive sola en una vieja casa). El viaje semanal de Matías es el puente —argumental y de evocaciones— entre ambos mundos.
José Carlos Díaz narra, con deliberada y hermosa austeridad, varios meses de la vida de un hombre que, en su ciudad y desesperanzado frente a un porvenir sin alicientes, mira entumecidamente un alrededor de desamor golpeado por la violencia bélica o suicida y los desastres medioambientales, y que, al volver su lúcida memoria a las raíces, no se permite convertir en arcádica la tierra de una infancia a la que, sin embargo y pese a que la vaya descubriendo como un mezquino infierno en el que se agitan de manera velada las pasiones más destructivas, lo unen atávicamente unos lazos tan invisibles como férreos.