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Los planes de desarrollo (1964-1973) reflejan la mentalidad tecnocrática de su impulsor, Laureano López Rodó, un burócrata que nunca pudo comprender que el crecimiento económico no se puede incentivar desde arriba, más allá de la legislación. Los resultados de los sucesivos planes no fueron tan buenos como esperaba el Gobierno. Unos planes que iban a ser «la gran palanca de promoción social», que iban a dar la batalla a las desigualdades en la distribución de la renta, a los desequilibrios regionales, a las estructuras defectuosas del sistema productivo y a las prácticas monopolÃsticas, consiguieron casi lo contrario de lo que perseguÃan. España se desarrolló, pero a pesar de los planes. El crecimiento del PIB no pudo igualar las tasas del lustro anterior y se mantuvo en torno al 5%... hasta el colapso del mercado petrolÃfero, en 1973, cuando todo el tinglado de López Rodó se vino abajo como un castillo de naipes.