Cuando yo tenía once años un sicario mató a mi padre. yo era una niña que no imaginaba que algo así pudiera pasar. Pero pasó. Todavía me cuesta creer que apenas treinta y cinco gra-mos de acero y un gramo de pólvora hayan podido acabar con una familia. Doy fe de ello. Acabaron con la mía. [...] Esta es la historia de mi familia. Para escribirla fue necesario revivir a mi padre; así que esta es también la historia de cómo, después, yo misma tuve que matarlo para sanarme, porque la muerte impacta a los que quedan, no a los que se van. Porque enterrar el cuerpo de un padre de cinco hijos no es el final de una histo-ria trágica, sino tan solo el comienzo |