Entonces el señor de la mirada triste que llevaba la caja metálica de galletas Maríasacó una pistola de uno de los bolsillos de su abrigo, se la puso debajo de la barbilla, cerró los ojos y se pegó un tiro. Así arranca el diario de Rufa, la niña que vivía en Conde de Aranda 14, 14-bis, una casa que había sido alcázar, palacio y convento. Una casa que epresentaba el últimoreportaje sin contenido en la agenda casi vacía de Carlos Fitzmaurice, periodista en paro y hombre de escasa moral, valores y ética. Esta es la historia de una casa y de sus extraordinarios habitantes. De los tiemposprodigiosos que vivieron y de los vínculos mágicos sin barreras temporales que crearon |