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El Perú tiene con San MartÃn el ejemplo de un hombre de Estado irrepochable. Idealista, al soñar un mundo mejor que el colonial, en que los habitantes de estas tierras fueran dueños de su propio destino. Hombre de acción, al llevar a cabo su sueño comandando un ejército con grandes ideales: los de la libertad. Como si no fuera suficiente, San MartÃn evoca un sentimiento aun más sublime y escaso en los polÃticos: el del amor contrapuesto a la ambición. Asà puede entenderse no solo poner su vida al servicio de una causa, sino, una vez lograda, retirarse para no verla malograrse en pugnas intestinas como lamentablemente sucedió, luego de consumada la Independencia, no solo en el Perú sino en todas las naciones de la América hispana.