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Francisco Franco está de cacerÃa en un lugar de la cordillera cantábrica. Estamos en 1964, cuando los 25 años de paz, en la plenitud del dictador. En el monte reflexiona sobre su vida y sus guerras, sobre la polÃtica y la historia, tratando de justificarse.
Pablo Boeza, un joven que marcha de su pequeño pueblo a Madrid, con la intención de estudiar y labrarse un porvenir, se une a un grupo anarquista, pero fracasa en su primera acción y es encarcelado.
Un niño, el hijo de Pablo Boeza, se encuentra con su madre en el pueblo de sus abuelos, cercano al lugar de la cacerÃa, y no teme acercarse al dictador.
La aparición de un Franco lÃrico, por asà llamarlo, es muy novedosa. Pero no es una invención plena del autor de la novela. No, aquel general tenÃa sus debilidades, era de lágrima fácil que él combinaba con la crueldad más despiadada. Esa doblez enorme queda reflejada en el libro. También, muy especialmente, su difÃcil relación con su padre, su amor intenso a su madre, aspectos esenciales de la biografÃa de Franco, como bien saben sus mejores estudiosos. Franco habla sobre todo en monólogos; monólogos que encajan muy bien con la verdad más profunda del protagonista.