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El autor de estas lÃneas no quiere engañar al lector prometiéndole un método que le guiarÃa más o menos infaliblemente en sus problemas jurÃdicos. Un método asà nunca ha existido y nunca existirá. El derecho forma parte de la vida del hombre –es un sector de la biologÃa humana– y siempre estará marcado por ese claroscuro que nos acompaña en todas las ciencias.
Mientras duró el mito de la ciencia segura e infalible (siempre viene a la cabeza Laplace como representante más conspicuo de esta actitud) algunos creyeron que la certeza de la ciencia que inauguró Newton habrÃa de existir en todas las ramas del conocimiento humano. Pero la mecánica o fÃsica newtoniana fue muy cuestionada ya en el siglo XIX y finalmente acabó destronada por la fÃsica atómica propia del siglo XX, de modo que ahora conviven varios métodos incompatibles que nos permiten conocer cada vez en mayor grado la realidad fÃsica. Resulta asÃ, paradójicamente, que conforme han aumentado los conocimientos, han crecido al mismo tiempo los relativismos y las contradicciones metódicas.
Es interesante destacar este hecho porque mientras estuvo activo el sueño del método único también en el derecho, los que reflexionaron sobre el derecho nos propusieron diversos tipos de métodos y nuestras historias sobre el pensamiento jurÃdico se han ido llenando de propuestas metódicas que tienen en común ser tan ciertas como insuficientes, ante todo porque atendieron a un solo rasgo de la vida social humana. (...)