No será arriesgado afirmar que una intuición de lo que significa ser pueblo oformar parte de él pudo entrar en crisis en el siglo XX. Y que todavía no noshemos recobrado en el siglo XXI. Hacia eso apuntan las dos películas de estetercer tomo de los Cuadernos de Filosofía y Cine sobre el personalismo de LeoMcCarey.En Ruggles of Red Gap (Nobleza obliga, 1935) el Discurso de Gettysburg deAbraham Lincoln ocupa el centro de la película. Charles Laughton, que hace lasveces de Ruggles, un criado en proceso de emancipación, lo recita con su particularcadencia. Es un ciudadano británico y avergüenza a los americanos queno lo saben de memoria. Pero él está consiguiendo lejos de su Inglaterra natalese estilo de vida en el que nadie es que más que nadie y en el que todosnecesitamos de todos. Con sencillez y trasparencia McCarey nos despiertasobre cómo una categoría tan deseable de la filosofía política, el pueblo, puedequedar en el olvido si no cultivamos el compromiso con su valor.En The Milky Way (La Vía Láctea, 1936), esta vez con el memorable cómico Harold Lloyd el tercer hombre tras Charles Chaplin y Buster Keaton McCarey advierte de los peligros de la sociedad del espectáculo, donde el valor del trabajo y de las relaciones sinceras, propias del pueblo, pueden verse amenazados por el glamur vacío del éxito mediático. |