Estos versos son toda una declaración que marcan, en profundidad, todo el “corpus” anímico del poemario. Por un lado, la búsqueda de la luz tras la opacidad de las palabras cautivas de la sinrazón, y por otra la búsqueda de los sentimientos que apenas son latidos cansados, ya ausentes de corazón. Esa búsqueda se sabe inútil, perdida, vacua, pero impulsada aún por la urgencia de manifestar esa penúltima derrota resistiendo a través de la escritura a modo de refugio, ya que no de tabla de salvación |