Pedro Castera ha sido mejor conocido como prosista que como poeta, ya sea por su célebre colección de cuentos Las minas y los mineros (1882) o por su exitosa novela Carmen (1882), si bien, al igual que tantos autores de su época, también desarrolló una intensa producción poética que dio a conocer en distintas publicaciones periódicas de la segunda mitad del siglo XIX, y que fue compilada, en parte, en los volúmenes Ensueños (1875) y Ensueños y Armonías (1882). Ciertamente, como poeta fue blanco de severas críticas por parte de algunos de sus contemporáneos, mientras que otros, como José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera, destacaron la sinceridad de su expresión e incluso llegaron a considerarlo en el desarrollo de sus propuestas estéticas. La poesía de Castera es reflejo de una época de eclecticismo artístico e intelectual marcada principalmente por la pervivencia del romanticismo y la incorporación de innovaciones modernistas; en ella se encuentra su constante interés por la ciencia, el arte, la religión, el espiritismo, y sus temas característicos, la pérdida de la razón o la exaltación de la mujer amada. |