Un brote raro, un grito indócil que mira al cielo. La Piba Berreta es el cuerpo de cada poema, una mezcla de furiosa candidez y de vicio contra la pureza. Cuenta y canta con los pelos erizados bellamente desahuciando la norma, que mastica con un poco de pan y algo de pánico. Se lanza al poema, apunta sin la pretensión del hallazgo y te lastima. Hay quien cuenta las sílabas de sus versos, la Piba te los tira en la cara, mancha la pared y luego te agradece por haber leído. Contra la poesía doméstica, está la Rusa. Dispuesta a lamer las heridas que ella misma inventa. |