La historia del Sacro Imperio es la del enfrentamiento entre el Kaiser y los príncipes territoriales más el condimento de las ambiciones eclesiásticas. Por si todo ello contuviera pocas emociones, la Reforma añadiría, como guinda, una despiadada lucha confesional. Nació con la pretensión de renovar el Imperio romano, trabar combates contra otros poderes terrenales y, a falta de ejército propio con armas y caballos, dispuso de poderes más sutiles derivados de su situación geográfica y de su necesidad para asegurar difíciles equilibrios en Europa; también del ejército, embrollado pero ingenioso, de los juristas, aptos para entrar en las más arriscadas batallas dialécticas blandiendo latines, bártolos, justinianos y otras preseas del pensamiento jurídico |