Siguiendo la metodología de la recepción de la Antigüedad clásica, esta obra estudia cómo a finales del siglo xv se produjo una importante transferencia cultural entre Italia y España que permitió la introducción del humanismo monárquico en Castilla y Aragón. A través de la historiografía y de la literatura política, se produjo un nuevo interés por el pasado clásico que derivó en dos grandes fenómenos, interrelacionados: el inicio de la cultura anticuaria, origen de la futura ciencia arqueológica, y la utilización de la cultura clásica en el ámbito político. Así, un nutrido grupo de intelectuales al servicio de los reyes elaboró, a las puertas del Renacimiento español, dos argumentos cruciales que se mantuvieron inherentes al discurso de la monarquía hispánica en los siglos posteriores: la unidad ibérica y la ideología imperial. Los Reyes Católicos, como hijos de Hércules y césares de un nuevo Imperio, favorecieron el desarrollo del relato histórico de la península ibérica, lo que llevaría a Antonio de Nebrija a escribir en su crónica sobre el reinado aquella rotunda expresión: «Hispania tota sibi Restituta est». |