La obra cinematográfica de José Luis Guerin se caracteriza por su pluralidad y profundidad. Es plural por la capacidad del cineasta de recoger textos, rostros, testimonios, modelos, voces y sombras, tanto en sus obras de ficción como en las películas documentales; sea en las analógicas, ya en las digitales. En consecuencia, la profundidad que cada película adquiere abre una caja de resonancia en donde, en palabras de Walter Benjamin en su concepto de «aura», sentimos la lejanía como una cercanía. «Voces que vienen de lejos», tal como indica una de las cartelas de la película-instalación museística La dama de Corinto. Pero voces que vienen del propio cine, de la literatura, de la pintura, de los encuentros ante una cámara que insiste en seguir funcionando y filmando, el producto de una mirada intercambiada al azar, etcétera, en un estado abierto a la imaginación del espectador, ya no más entendido como un sujeto pasivo, sino como un cooperador necesario en la experiencia de contar historias, de sugerir historias. |