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Los historiadores liberales, que expresaron a los vencedores de Caseros, han acusado a Juan Manuel de Rosas de los mas horrendos crímenes convirtiéndolo en el "maldito" de nuestra historia oficial. Sin reconocer en el al mayor caudillo popular argentino, amado y sostenido por la "chusma" de gauchos, indios, orilleros y mulatos.En este libro Pacho O'Donnell se aleja de las reprobaciones sin matices de la versión oficial y también de las acaloradas reinvindicaciones del revisionismo que pretendió hacer el restaurador un héroe sin tacha. Reconoce su tendencia al autoritarismo que no ahorro degüellos, fusilamientos y persecusiones, pero reconstruye aquellos tiempos de violencia generalizada y compartida por sus adversarios unitarios que también degollaron, fusilaron y persiguieron.En nuestro suelo campeaban la anarquía, las guerras fratricidas, el desmembramiento territorial y la disolución institucional. Rosas, amante del orden, gobernó con dureza y astucia a favor de sus amigos estancieros y de los sectores populares, y en contras de los especuladores financieros, los intelectuales afrancesados y los irrespetuosos hacia las tradiciones, la religión y la patria.La vengativa obstinación de sus detractores ha oscurecido la épica defensa que llevo a cabo contra los ataques de las dos grandes potencias de entonces, Francia e Inglaterra. Sin embargo, preservar la integridad de nuestro territorio y erigir el concepto de soberanía le granjeo la admiración y el reconocimiento de nuestro Libertador, el General San Martín, quien, al morir, le lego su preciado sable, símbolo de la independencia americana.En esa misma linea O'Donnell plantea una inquietante interrogación: Como seria nuestra patria si quienes negocian nuestra deuda o se someten a los dictados de las finanzas internacionales fueran insobornables patriotas como Dorrego, San Martin o Artigas? O como Juan Manuel de Rosas, a pesar de lo que pueda recriminarsele?