Los poemas de La aguja incandescente giran en torno al tiempo, entendido no como simple devenir, sino como relato, como construcción. Para la poeta, el tiempo es la suma de momentos que han encontrado asidero en lugares, en imágenes, en los objetos en los que permanece; es la aguja que teje el hilo que los ordena y los une creando la ilusión de continuidad, que los significa y los conduce hacia un destino; la aguja incandescente cuyo hilar todo lo crea y todo lo arrasa. La memoria, la identidad, pero también la ciencia, la filosofía y el arte son, para la autora, relatos, tiempos engarzados con los que construimos el mundo que habitamos y la ilusión de eternidad |