Contra quienes defienden la poesía como un reflejo explícito de la realidad, Ripoll ratifica la placentera capacidad artística de un texto que trasciende de sus propios márgenes formales, que tiende a la autosuficiencia en tanto que síntesis alternativa de la realidad (...) Habría que situar a Ripoll inmerso en la mejor tradición del simbolismo o en una de sus derivaciones más fecundas, esa en la que figuran nuestros grandes poetas pensadores de hoy y de siempre, que son también los de más segura instalación en la nómina de los clásicos |