Una sociedad poscristiana corre el peligro de olvidar los valores que han articulado durante siglos su estilo de vida y le han hecho avanzar con éxito a través de las vicisitudes de la historia. Hoy, sin embargo, no basta con hacer tabla rasa y construir desde la nada, porque los modelos propuestos por ideologías y modas pasajeras apenas logran responder a las inquietudes profundas de los individuos, las familias, las sociedades culturales y políticas, ni tampoco a las comunidades de fe que ayudan a transcender el presente con la esperanza de un futuro pleno. |