Desde la primera página, late algo singular en Las voces bajas. Escrita al modo de una autobiografía, todo parece verdad y todo, imaginación. Es el efecto de una novela de la memoria encendida. El libro arranca en una geografía real donde la mirada de la infancia va descubriendo, con una mezcla de miedo, estupor y maravilla, lo que de extraordinario hay en la existencia de la gente corriente. Con el hilo conductor de María, la hermana mayor, magnética, la muchacha anarquista que siempre abría camino, esta novela es una construcción de humor y dolor, donde las palabras pelean y se abrazan con la vida. Al leer esta obra, un ojo llora y otro ríe. |