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Soy solterón, y lo soy con deliberado propósito y casi diría que por convicción religiosa. (...)
En lo físico soy alto, membrudo, apersonado, de tez clara y color mate, con barba castaña siempre recortada en punta, buenos ojos, y anuncios apremiantes de calvicie que me hacen la frente ancha y majestuosa.
Para vindicarme ante la posteridad, referiré, sin quitar punto ni coma, lo que soy y cómo vivo, y daré a la vez la clave de mi filosofía peculiar y de mis ideas. Oigan y envidien el pasar de este empedernido solterón.
Así comienza Memorias de un solterón, brillante obra de madurez de Emilia Pardo Bazán, en la que su protagonista y narrador, el arquitecto Mauro Pareja, va contando, en un tono irónico y divertido, que destila frescura y genialidad, las aventuras de un caballero de clase media en una pequeña ciudad: Marineda.
Memorias de un solterón es, por su contenido y por la excelente caracterización de los personajes femeninos que componen el universo de su cronista, una novela profundamente crítica con el sexismo de la época que le tocó vivir a la magistral autora gallega.