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La revista El Ebro (1917‐1936) sintetizó, en las primeras décadas del siglo XX, los anhelos e inquietudes de muchos aragoneses que, desde la emigración en Cataluña, pretendÃan mejoras para su paÃs de origen. Mejoras que basaban en una gestión propia de los recursos, en el reconocimiento de la identidad histórica y en un autogobierno aragonés.
La lengua aragonesa tuvo una presencia importante en la difusión de la cultura propia que una empresa de ese tipo requerÃa: literatura en las modalidades del aragonés (cheso, chistabÃn, semontanés, ribagorzano...), vocabularios, estudios filológicos, artÃculos de opinión, con las firmas de Isidro Comas, Andrés Giménez Soler, Manuel MarÃn Sancho, Vicente Tobeña, entre otros... componen un mosaico que muestra, entre estos pioneros del aragonesismo, interés y pasión por un asunto que, ya hace cerca de un siglo, capitalizaba esfuerzos de sÃntesis y normalización