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CASABLANCA (Sueños de un seductor, Woody Allen) En el sobrio blanco y negro de la pantalla, la gabardina perenne de Humphrey Bogart le dice a Ingrid Bergman todo lo que le tiene que decir. Sin variar una repite sus tensas palabras que ya oà idénticas tantas veces. «Siempre nos quedará ParÃs, lo habÃamos perdido y ahora lo hemos recuperado.» La cámara se eleva abandonando los pasos que chapotean en la pista de aterrizaje. «Éste es el comienzo de una gran amistad.» Sé que estoy sonriendo tras mi pijama de lento domingo por la tarde. Fuera, con pasos de animal decrépito, el cielo oscuro se adentra en la noche verdadera. A los tipos como Humphrey Bogart siempre les quedará ParÃs, a los tipos como nosotros siempre nos quedará Casablanca.