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Los versos de Javier Calatrava comparten con Arthur Rimbaud su poética del vidente: los poemas deben nacer de la experiencia personal para transcender tras la lectura en la experiencia de la comunidad. El poeta debe conectar con los demás a través de su palabra, de su propio desahogo, de su particular lucha contra la soledad. Triste la luz de mayo aborda la idea del amor en su sentido más amplio, y constituye una suerte de decálogo humanista sobre el valor del sentimiento: el mundo emocional no es solo un modo de conocimiento del yo, sino sobre todo, una herramienta de identificación del otro. A la búsqueda de esta comprensión de la experiencia vital a través de la empatÃa se sumará en estos poemas esa otra prospección de la que hablaba Pedro Salinas para que la poesÃa pudiera convertirse en ese vehÃculo, tan extraño como veloz, que transporta el alma humana: la belleza.