Disponible sota comanda
La propia palabra «cÃnico» y «cinismo» vale tanto como «perruno», «perro callejero», «desvergonzado como un perro», y se aplicó a este grupo o secta de filósofos, a sus experiencias o vivencias, a su alternativa vida de inconformismo y provocación. Admirados por algunos, denostados y criticados por muchos, los antiguos cÃnicos fueron en todo caso un revulsivo moral, un despertador de conciencias adormecidas y, en tal sentido, alguien que estimula y aguijonea el conformismo. Yo los llamarÃa «filósofos jóvenes o filósofos frescos». Hoy dÃa, en cambio, hablamos de un cÃnico, o de que una persona es cÃnica cuando nos referimos a alguien que actúa movido por su interés, alguien sin principios, falto de escrúpulo y que solo busca su propio beneficio. Para un cÃnico moderno no existen patrones o pautas de conducta objetivas. De modo que aunque entre nosotros la palabra cÃnico está cargada de connotaciones negativas, nos interesará ahora retomarla en su antiguo significado, por lo que implica de (in)conformismo y provocación, actitudes que despiertan entre nosotros una especial simpatÃa existencial en estos tiempos de revisión de valores. También nosotros debemos, pues, releer y reevaluar estos sugerentes textos. A unos que le decÃan: «ya eres viejo, descansa», les contestó: «si estuviera corriendo la carrera de fondo, ¿deberÃa pararme cuando estoy llegando a la meta, o más bien acelerar a tope?» (Anécdota de Diógenes) Al decirle uno otra vez: «los sinopenses te han condenado al destierro», dijo: «y yo a ellos a que sigan en SÃnope»... Otra vez pedÃa limosna a una estatua, y al preguntarle alguien por qué lo hacÃa, contestó: «me estoy habituando a no conseguir nada»