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"El telón comenzó a desplazarse por sobre las rejas de nuestra jaula y pudimos ver la numerosa audiencia de esa noche. HabÃan puesto nuestra jaula en el centro de la arena. Adelanté la silla de ruedas. “¡QueridÃsimo público! ¡Estos son los dos que me interpretan!â€, vociferé señalando con las palmas abiertas a Szpilman y Marceau. El público, extasiado, aplaudÃa. Prolongando las vocales lo más que pude, dije: “¡según este señor -el rabino, aquÃ, se quitó el sombrero- yo no estoy bien!†“Oooohhhâ€, rugÃa el público, intrigado. “¡Según este otro -aquÃ, Marceau abrió las manos-, cuando él mismo desapareció y me vi obligado a interpretar ese hecho, diciendo que lo habÃan secuestrado, yo tenÃa razón, y me da la razón a pesar de que como ustedes pueden ver, él se encuentra aquà con nosotros, y no con quién sabe qué invisibles y supuestos secuestradores!†El público se alzaba de las butacas y miraba a Marceau a la vez que estallaba en risas."