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Lo cierto por lo dudoso de Lope de Vega fue llevada a escena en 1620 por la compañÃa de Tomás Fernández Cabredo, autor teatral con el que el dramaturgo entabló relaciones profesionales intermitentes desde 1607, que se intensificaron entre 1620 y 1625. Años después, el Fénix la incluyó en la Parte XX (Madrid, 1625), que gozó de un éxito extraordinario. Forma parte del ciclo de comedias del Siglo de Oro dedicadas a la figura de Pedro I «el Cruel» o «el Justiciero». Lope fue, probablemente, el primer autor que recreó en las tablas el controvertido reinado de Pedro I y el que más insistió en ello. Marcelino Menéndez Pelayo atribuyó al Fénix siete comedias que giran en torno a este monarca, pero hoy en dÃa la crÃtica adjudica con seguridad a Lope solo cuatro, compuestas en el arco de veinte años, aproximadamente: Los RamÃrez de Arellano (1604-1606), La niña de plata (1610-1612), Lo cierto por lo dudoso (1620 ante quem) y La carbonera (1623-1626). Salvo Los RamÃrez de Arellano —drama genealógico cuyo protagonista es el caballero navarro Juan RamÃrez de Arellano—, se trata de comedias que desarrollan una intriga amorosa en la que Pedro I aparece como galán (o ayudante de galán en La niña de plata), aunque el dramaturgo introdujo algunas reminiscencias históricas extraÃdas de la Crónica del rey don Pedro de Pero López de Ayala, gracias a las cuales Pedro I aparecÃa ante los espectadores en su doble faceta de personaje histórico y hombre enamorado. Excepto La niña de plata, estas piezas no han recibido mucha atención por parte de la crÃtica, a pesar del interés que suscitan y de la buena calidad de algunas de ellas, como en el caso de Lo cierto por lo dudoso.
En Lo cierto por lo dudoso, obra de madurez definida tradicionalmente como comedia urbana, Lope pone en escena el amor no correspondido del rey don Pedro por la hermosa doña Juana, amante del conde Enrique, hermanastro del monarca. Ambientada en Sevilla, como gran parte de las comedias de este ciclo, la acción empieza la noche de la vÃspera de San Juan, en plena estación de amor. El dramaturgo cuidó con todo lujo de detalles las tradiciones y supersticiones ligadas a esta celebración, como subrayó en su dÃa Menéndez Pelayo, y alcanzó altas cotas lÃricas en las escenas de amor protagonizadas por don Enrique y doña Juana, muy apreciadas por los crÃticos decimonónicos. Estos últimos se entusiasmaron también con las secuencias en las que doña Juana mostraba su firmeza de amor ante el rey.
Recientemente, Fausta Antonucci ha resaltado acertadamente el hibridismo genérico que caracteriza a esta pieza, pues junto a la complicación del enredo y el aprovechamiento de los espacios domésticos, propio de las comedias urbanas, la intriga presenta rasgos peculiares del universo palatino, como los abusos de un poderoso por motivos amorosos. Cabe destacar, además, que la comedia tiene un fondo histórico que ha pasado desapercibido para la mayor parte de los estudiosos, ya que en ella se alude a un momento concreto del controvertido reinado de Pedro I, narrado en la crónica de Ayala: el matrimonio entre Enrique de Trastámara y doña Juana Manuel de Villena, que se celebró el 17 de mayo de 1350 en el Alcázar de Sevilla y provocó el primer enfrentamiento entre Pedro y su hermanastro. Esta concreta reminiscencia subyacente coloca coherentemente Lo cierto por lo dudoso dentro de la Parte XX, en la que se observa un fuerte interés por la Historia.
La edición reconstruye estos aspectos y ofrece, además, un panorama de la recepción española de la comedia desde sus inicios hasta la exitosa refundición Lo cierto por lo dudoso o la mujer firme de Vicente RodrÃguez de Arellano (1803), asà como de sus traducciones modernas y contemporáneas.