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Ahora que todos los restos del orden eterno han sido borrados, resulta más necesario que nunca preguntarse por el sentido de la filosofÃa. Y para ello este libro propone recorrer el rÃo de la filosofÃa a contracorriente, en busca de sus fuentes. El viaje se inicia con el gesto de un antropólogo que, tras estudiar filosofÃa en ParÃs, se va a buscar la verdad entre los «salvajes». Luego, visitamos a los filósofos, contemplando escenas inolvidables: Wittgenstein toma notas en una trinchera, Nietzsche susurra a un caballo, Kierkegaard financia un panfleto anticlerical, Leibniz descubre el amor entre las princesas, Montaigne se encastilla, Plotino oculta su pasado, Sócrates bebe voluntariamente un veneno y Empédocles se arroja a un volcán. Lo que a primera vista podrÃa parecer extraño revistió un profundo sentido para todos ellos. Llamemos a ese sentido filosofÃa y veamos qué ocurrió.
¿Por qué un manual? Porque aspira a ser fácil de manejar y fácil de entender y su intención es fundamentalmente práctica. Porque no es un libro oficial, académico o doctrinario, y compendia lo más sustancial de unas cuantas vidas filosóficas. ¿Por qué portátil? Porque es un homenaje a caminantes. La filosofÃa portátil es un esfuerzo por liberar al pensamiento de la reclusión a la que ha estado sometido por escolásticos y académicos. Un modo de conjurar esa manÃa erudita de hablar sólo para aquellos que comparten cátedra o facultad. El espÃritu de la pesadez infecta como ningún otro al de la filosofÃa, y el portátil es un soltador de lastre. Prefiere ofrecer ironÃas, migajas y vislumbres que abran paso a una nueva inteligencia de la vida.