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En el socialismo de la transición, De los RÃos fue una figura a recuperar. Su sentido humanista del socialismo permitió al PSOE fundar en su propia historia republicana el nuevo compromiso del socialismo con la libertad. En el socialismo de los derechos civiles también tiene un lugar. De los RÃos apadrinó a Federico GarcÃa Lorca, desde Granada a Nueva York y con La Barraca. El amor y el exilio acabó uniendo sus familias. También nombra a la primera mujer alto cargo gubernamental: Victoria Kent, directora de prisiones. Se conoce menos otra dimensión de su trayectoria polÃtica de la que se ocupa este libro: su laicismo religioso. Dos rasgos que en la España de duelos a garrotazos parecen antagónicos. Sin embargo, ambos son caracterÃsticos de su personalidad polÃtica e intelectual. Fue el ministro que lideró la polÃtica laicizadora de la II República, desde Justicia, primero, e Instrucción pública, después, llevando "siempre la batuta" ?como informaba Tedeschini, el nuncio de la época -. Por otra parte, desde un cristianismo heterodoxo, no dejó de estimar la emoción religiosa, como lugar donde "fecundan los más hondos deseos del ideal". Se autodefinió "cristiano erasmista". Asà le caracterizan Indalecio Prieto, en el obituario tras su muerte en el exilio, y el propio GarcÃa Lorca, su poeta.