Guerra sucia y abusos de poder
la quiebra de los imperativos morales
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La guerra sucia existió, aunque se haya buscado ocultarla o minusvalorar su alcance. Debemos dimensionarla adecuadamente y evaluarla crÃticamente para contribuir a la deslegitimación de la violencia. Consistió en el uso ilegÃtimo de la fuerza por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado (FSE) y de grupos de ultraderecha con el propósito de combatir el terrorismo, disponiendo bien del consentimiento tácito o incluso del apoyo polÃtico y financiero de los aparatos del Estado. La ocultación o minusvaloración de las distintas formas de guerra sucia y de la tortura, las limitadas investigaciones policiales y judiciales, asà como la impunidad de muchos de los delitos cometidos tienen efectos muy contraproducentes porque impiden el reconocimiento y la reparación de las vÃctimas de estas atroces e injustas vulneraciones de derechos humanos y hacerlo en pie de igualdad con las vÃctimas de ETA. Algunos argumentan que la guerra sucia era necesaria e inevitable dada la dramática y compleja situación que se vivÃa. Sin embargo, desde la perspectiva ética de esta colección, creemos que es fundamental que se comprenda que no solo fue injusta contra las personas que la sufrieron, sino que fue un gravÃsimo ataque a la democracia y al Estado de derecho que debÃa proteger los derechos y las libertades de toda la ciudadanÃa; y ahà no cabe consideración utilitaria alguna.