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Cuando, en los primeros años ochenta, la onda expansiva del punk y la nueva ola comenzaba a declinar y muchos de sus protagonistas caÃan irremediablemente en la irrelevancia o, simplemente, desaparecÃan, la industria musical se dejó seducir por el avance de los sintetizadores, las cajas de ritmos y los modernÃsimos efectos de sonido que componÃan unas producciones por lo general tan grandilocuentes y sofisticadas como artificiosas y anodinas.
Con un espÃritu en cierta medida similar al que habÃa inspirado el nacimiento del punk, la resistencia guitarrera seguÃa trabajando en el subsuelo, lejos de los focos y la atención de los medios. En Estados Unidos, una nueva generación de bandas conformaba, de forma espontánea y sin demasiadas conexiones realmente sólidas entre ellas, una escena que, desde el otro lado del Atlántico se bautizó como Nuevo Rock Americano.
Además, los aficionados al sonido de las guitarras asistieron a un renacimiento del rock de garaje que dio jugosos frutos a lo largo y ancho de todo el planeta.