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En 1905, coincidiendo con el III Centenario del Quijote, el director de El Imparcial encargó a AzorÃn un viaje por La Mancha. Con su maleta, un revólver, sus notas, dos libros, lápiz y papel, el escritor visitó pueblos con resonancias cervantinas y recorrió caminos en carro. El resultado fue La ruta de Don Quijote, una serie de artÃculos que aparecieron en marzo y se publicaron en libro poco después. “Las andanzas, desventuras, calamidades y adversidades de este cronista es posible que lleguen algún dÃa a ser famosas en la historiaâ€, escribió entonces AzorÃn. Hoy La ruta de Don Quijote no es sólo una de las contribuciones imperecederas de aquella conmemoración; es también uno de los libros más editados del autor y, sin duda, el más conocido fuera de las fronteras españolas. Difundido en América y Europa, fue lectura escolar en Argentina y se tradujo tempranamente a varios idiomas. Entre los elogios más calurosos que ha recibido destaca el de Mario Vargas Llosa en su discurso de ingreso en la Real Academia Española. “Es uno de los más hechiceros libros que he leÃdoâ€, dijo. “Aunque hubiera sido el único libro que escribió, él sólo bastarÃa para hacer de AzorÃn uno de los más elegantes artesanos de nuestra lenguaâ€.