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De entre las muchas figuras apasionantes que nos dieron la Revolución francesa y sus sucesivos y complejos gobiernos hasta el golpe del 18 de brumario de Napoleón, existen pocas tan complejas y de influencia polÃtica de tanto calado como la de Emmanuel Sieyès. El también conocido como abate de Fréjus —aunque su anticlericalismo era de una militancia casi demoniaca— fue uno de los protagonistas activos más importantes de los primeros años de la Revolución y, pronto desencantado de los nuevos gobiernos republicanos, el artÃfice polÃtico de la irrupción de Napoleón Bonaparte como «espada» de la joven nación. Pero Sieyès no solo dominó el difÃcil arte de la conspiración, con sus prudentes diástoles y violentas sÃstoles, y la improbable supervivencia bajo el Terror, sino que asumió el difÃcil cometido teórico de crear el novedoso lenguaje polÃtico que irÃa asociado al nuevo régimen. La importancia de este cometido, todavÃa hoy poco valorado, es capital para nuestras democracias actuales. Su obra más conocida, ¿Qué es el tercer estado?, se ha considerado el manifiesto fundacional del nuevo mundo polÃtico que surgió de la Revolución, y sus propuestas durante los sucesivos debates que se producen en Francia a partir de 1789, aportaron inventos esenciales para cimentar las principales instituciones del nuevo orden. Sieyès creó una nueva teorÃa polÃtica que fue la base del vocabulario constitucional contemporáneo. A él se deben, por ejemplo, las nociones de poder constituyente, poderes constituidos, arte social, establecimiento público, asambleas primarias, tribunal constitucional y otros muchos conceptos. Desde el punto de vista de las palabras, el abate contribuyó de modo principalÃsimo a la creación de un nuevo lenguaje polÃtico que es tanto como el alumbramiento de un nuevo mundo.