JoaquÃn DomÃnguez Bécquer
el guardián del Real Alcázar de Sevilla
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JoaquÃn DomÃnguez Bécquer, en opinión de José gestoso, "gozó de excelente reputación entre sus contemporáneos". Este prestigio le permitió ejercer una considerables influencia en la mayor parte de las iniciativas relevantes que se emprendieron en Sevilla durante el reinado de Isabel II y le reportó honores y distinciones oficiales. En palabras de José Guerrero Lovillo fue "el solo miembro de la familia a quien la fortuna señaló con signo favorable. Fue el que más vivió, 62 años, y el único que cosechó triunfos en vida".
Son aseveraciones difÃcilmente discutibles si atendemos, además, a la lista de honores y cargos que el artista llegó a disfrutar y de los que se enorgullecÃa en las instancias que con alguna frecuencia dirigÃa a la Reina: Caballero de la Real Orden de Carlos III; Caballero de la Orden Imperial de la Rosa de Brasil; Académico de Bellas Artes y de Buenas Letras en Sevilla; individuo correspondiente de la Academia de San Fernando de Madrid; miembro de la Sociedad de Amigos del PaÃs; miembro de la Comisión de Monumentos Históricos y ArtÃsticos de la provincia de Sevilla; director de las obras de restauración de los Reales Alcázares y, finalmente, pintor de cámara honorario de la reina.
Sin embargo, la posteridad ha sido menos benévola con este artista romántico sevillano. Su vida y su obra han permanecido mucho tiempo oscurecidas por el abandono y el desinterés que han sufrido, junto con JoaquÃn DomÃnguez Bécquer, casi todos los pintores sevillanos del mismo perÃodo. Y hay que reconocer que, en su caso, este olvido no fue mucho mayor gracias al vÃnculo familiar que le unÃa al poeta Gustavo Adolfo Bécquer y al pintor Valeriano Bécquer, sus sobrinos segundos, cuya fama ha contribuido a que otros miembros de la familia Bécquer (José, padre de Valeriano y Gustavo Adolfo, y el propio JoaquÃn) no terminaran definitivamente postergados.