Es verano y la protagonista va en un tren sin un destino concreto. En las manos lleva un bolso naranja, el único recuerdo de su madre. Se aleja de todos los anclajes que hasta ahora la mantenían paralizada: una larga relación amorosa que ha quedado en vía muerta, la idea de tener un hijo —que no ha podido llevar a cabo—, la ansiedad por mantenerse siempre joven y perfecta. También huye de la ciudad. La narradora de Casi perra deambula por escenarios cada vez más salvajes y, a medida que se adentra en ellos, va dejando atrás su pasado hasta perder todo lo que la definía como persona, incluso el habla. Una historia donde el cuerpo y el deseo se muestran sin tapujos, en primer plano, para narrar, desafiando los límites, la transformación de una mujer en una fiera.
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