Legazpi, el tornaviaje
Gil, Juan (ed.)
Fundación José Antonio de Castro, 2019
(Biblioteca Castro)
cxxxiv, 414 p.
9788415255581

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La expansión española propiamente dicha no empezó sino una vez terminada la Reconquista en 1492”. De hecho, existía una notable despreocupación de la corona castellana (más centrada en los asuntos del Mediterráneo) por la expansión hacia el sur de África que se traduce en la cesión a los portugueses de los territorios atlánticos más al sur de las Canarias.
Sin embargo, a finales del XV ambas potencias ibéricas compiten por alcanzar la India, unos costeando África y los otros por Occidente tras la expedición de Colón. Por el tratado de Tordesillas (1494) un meridiano al oeste de las Azores dividía el mundo en dos zonas de influencia, y esa vía marítima hacia Oriente todavía se hacía de rogar para los españoles, que buscaban sin descanso en Centroamérica un estrecho que diera paso hacia un nuevo océano (el Pacífico) presentido por el propio Colón. Habría que esperar hasta que en 1503 Núñez de Balboa avistara por primera vez el Pacífico, al que llamará la “mar del Sur” tras cruzar el itsmo panameño.
Gracias a los relatos de los viajeros italianos y portugueses, Europa tenía notica de la existencia del sureste asiático donde se encontraban las islas de las Especias y, mientras que el rey de Portugal defendía aquellas tierras como propias por haber llegado primero, la corona de Castilla reclamó la jurisdicción de las Molucas al considerar que quedaban más cerca de América. Con esta misma política ultramarina siguió Carlos I cuando encargó a Fernando de Magallanes, portugués exiliado en Castilla, que retomara el proyecto de llegar a la Especiería bordeando el continente americano. El 21 de octubre de 1520 Magallanes descubrió el estrecho que perpetúa su nombre, pero unos meses después falleció en Mactan por una imprudencia. Una de las naves puso rumbo a la Nueva España en un tornaviaje incierto que tendría que regresar finalmente a Tidori por las tormentas y las numerosas muertes de la tripulación. Sin embargo, la nao Victoria volvió a España capitaneada por Juan Sebastián Elcano, bordeando el cabo de Buena Esperanza aunque ello significara surcar mares prohibidos en Tordesillas. El 6 de septiembre de 1522 arribaría a Sanlúcar de Barrameda “habiendo culminado la mayor hazaña náutica de la historia