Ser y no ser
Candel, Miguel
Ediciones de Intervención Cultural (El Viejo Topo), 2018
296 p. 22 cm.
9788416995851

Consultar disponibilidad en

Si el ser humano fuera inmortal, no existiría la filosofía (ni, mucho menos, la teología). Lo cierto es que, para bien y para mal, la filosofía (de momento) existe. Para mal, porque brota del pasmo de la conciencia ante sus límites y ante su propia extinción. Para bien, porque una vida sin pensamiento, una vida que no se alzara como problema ante sí misma, una vida en suma sin reflexión, reducida a mera rutina reproductiva, no sería digna de ser vivida... al menos, por unos seres como nosotros, que, como dice Aristóteles, «desean, por naturaleza, saber». Los seres humanos tenemos, parece claro, la capacidad de hacer tendencialmente abstracción de nuestro punto de vista (aunque, de hecho, no lo consigamos con excesiva frecuencia), de mirar al mundo como si la nuestra fuera una «visión desde ninguna parte». Esta capacidad, mal utilizada, da pie, con frecuencia, a identificar nuestro punto de vista con la visión pura o absoluta, no limitada por perspectiva particular alguna. Pero si caemos en ese error es porque concebimos la posibilidad de una «deslocalización» de la mirada de la mente, y ello basta para autorizarnos a hablar de nuestra capacidad de «salir idealmente de nosotros mismos», aunque sólo sea para, comose dice a menudo, «ponernos en el lugar de otro»