Finlàndia

Finlandia es una defensa de la educación pública; una reacción apasionada pero serena, irónica pero comprometida, contra los análisis a la moda sobre nuestro sistema educativo, que o están dominadas por las voces apocalípticas de los nostálgicos de la escuela o la universidad del pasado, resistentes a los cambios ya menudo defensoras de jerarquías profesionales y privilegios consolidados -también de clase y en la clase-, o bien por las voces compulsivamente reformistas del sistema educativo, casi siempre al servicio de algún programa político o idea no contrastada, más interesadas en gamificar que en enseñar, en prometer que a comprometerse con una educación para todos, igualitaria, equitativa, inclusiva y de calidad. El sistema educativo finlandés (público), el nuestro, es lo suficientemente bueno y digno para que nos sintamos moderadamente satisfechos y orgullosos. El profesorado cansado y desconcertado que cuenta con los dedos en los años que faltan para la jubilación es, por suerte, una minoría, y el alumnado insalvable y maleducado, una quimera elitista y clasista. La oportunidad de una educación pública, laica, gratuita, igualitaria y de calidad para todos la hemos perdido en el pasado, no la perdemos también para el futuro.