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La población del Imperio romano construyó la divinidad de los emperadores y miembros de su familia a través de una gran variedad de prácticas que hoy identificamos como “culto imperialâ€. Su desarrollo temporal se sitúa desde la instauración del Principado por Augusto (27 a. C.) hasta la conversión al cristianismo del emperador Constantino en 312, si bien su declive es un proceso lento y progresivo que se prolonga hasta la Antigüedad TardÃa (siglos iv-v). Hoy se ha superado la visión del culto imperial como mera vÃa de legitimación polÃtica y expresión de lealtad hacia el emperador, y los historiadores resaltan el papel que jugó en la polÃtica de consenso impulsada por el Estado romano para gobernar su Imperio./p> Esta obra está planteada como un estudio de conjunto sobre el culto imperial en el que religión y polÃtica están profundamente imbricadas y cuya evolución es indisociable de la comunidad donde se implanta, bien sea Roma, las provincias o las ciudades y comunidades del Imperio