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Francisco Alonso (1887-1948), granadino de nacimiento y madrileño de adopción, fue un compositor excelente y un hombre de teatro que gozó de extraordinaria popularidad.
Con un catálogo excepcional de obras – castizos sainetes, atrevidos vodeviles, operetas, heterodoxas humoradas, revistas de gran espectáculo y comedias musicales- fue también un activo imprescindible de la zarzuela grande. El maestro Alonso despertaba admiración por su dominio de la orquesta y la densidad expresiva de sus melodÃas, la gracia de sus chotis y su inagotable imaginación para combinar los más novedosos ritmos de baile, de variada procedencia, con los estereotipos meridionales. Su obra contribuyó a vertebrar los mimbres culturales del paÃs, donde los elementos simbólicos nacionales fueron determinantes, lo que explica también su compromiso con el cine.
Su ambivalencia es muy atractiva. El maestro fue un baluarte de la zarzuela clásica, rural e historicista y, al mismo tiempo, paradigma de una modernidad pragmática: sentido de lo comercial, negociación con el erotismo, innovaciones escenográficas, sensibilidad hacia el jazz e inteligente comprensión de nuevas prácticas culturales (radio, cine, industria del disco, derechos de autor). No menos importante fue su visión de España como mosaico de regiones, unida a una innata empatÃa por el público, que convirtió su música en acervo popular.