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Desde el inicio de su recorrido poético, que este libro jalona en todas sus etapas, Tuky Carboni no mira desde afuera: emprende una búsqueda interior, sensible a la esencia de los seres y las cosas. No teme a las formas ni a los géneros, aborda el verso libre, vuelve siempre al soneto y llega al haiku, descubriendo que las palabras dicen menos que los silencios. En el camino se engarzan su raÃz originaria y su orgullo nativo, la casa de campo, el rÃo, la fe y sobre todo la infancia, principal fuente de escritura; una niñez llena de caballos, galerÃas y árboles-refugio, que perdura «como último salvavidas».
Evangelina Franzot, quien presenta esta antologÃa, eligió la balsa como metáfora de esta poesÃa, esa sencilla embarcación que nos permite mantenernos a flote y es sensible a las derivas y estremecimientos de la corriente.
