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Los relatos de El tropiezo del tiempo, con sus tramas sutiles y su escritura cautivante, se destacan en el panorama de la literatura argentina. Un violinista que, en el ParÃs ocupado, cree que desafinar ayudará a liberar la ciudad de los nazis. El recorrido del PrÃncipe de Gales por las calles de Buenos Aires y los burdeles, acompañado por el peor alumno del Colegio Militar, en su visita al paÃs en 1925. El muchacho, contratado para cuidar a un anciano durante la noche, que no puede impedir que se despierte al dar las doce para ir a recorrer garitos. Una historia trágica de adolescentes en la Guerra Civil Española. El hijo de una maestra que les habla a todos de un asesino escondido en el colegio. La historia tan real como inverosÃmil de dos inmigrantes que, por un “tropiezo del tiempoâ€, pueden vivir en plenitud una relación de amor y crear una estirpe de músicos.
Como lo señaló Guillermo Cabrera Infante, al referirse a Eduardo Alvarez Tuñón, “en Latinoamérica no abundan los escritores con ironÃa poética. Me gustan sus historias porque se pueden contar, porque no son ‘posmodernas’ ni aspiran a vanguardias vanas, y están escritas con signos de puntuación, en castellano, mi idioma, nuestro idiomaâ€.