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CorrÃa la década de los noventa cuando Gonzalo GarcÃa-Pelayo, filósofo de vocación y bon vivant de carrera, llegó a la brillante conclusión de que «nada es perfecto». Si esto era asÃ, no podÃa haber ninguna superficie que fuese absolutamente regular. Todas tenÃan que estar sometidas a algún tipo de desviación, incluso (¡eureka!) la de las ruletas. Y asà fue. Con esta teorÃa bajo el brazo, Gonzalo, su hijo Iván, filósofo (él sà de carrera) con una incipiente vocación de vividor, y una buena parte del resto de la familia, recorrieron los casinos de todo el mundo y, con laboriosa tenacidad, consiguieron hacer saltar la banca de los más prestigiosos locales de juego y obtener de ella pingües beneficios. El clan de los Pelayos se hizo famoso en toda España y ocupó las portadas de varios medios de comunicación. Su suerte llegó a ser tan espectacular, que los propios casinos les prohibieron la entrada y los muchachos tuvieron que acabar por dedicarse a otros menesteres... Siempre al margen de lo cotidiano. Sus experiencias convierten la hazaña de los Pelayos en un relato lleno de acción que más tiene que ver con las aventuras de un Kerouac que con las afamadas desgracias de otros jugadores literarios.