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La muerte llegó a no tener ninguna importancia. MorÃa un hombre, se le daba sepultura a la orilla de la vÃa y se colocaba encima una cruz de ramas. Eso era todo.
Una compasión honda arropa a los personajes de estos cuentos. A los miserables, que sufren hambre, enfermedad y muerte; a los explotados y los emigrantes, marcados por la injusticia; a las mujeres rotas, las niñas solas y los pobres viejos cuyo mundo ya fue. Pero esa cercanÃa, esa intimidad del narrador con sus protagonistas, se llena también de naturaleza fértil, de maternidad gozosa y del placer de la carne y los sentidos.
Mediante una prosa limpia, continuamente evocadora, y un estilo que destaca por sus ritmos, las elipsis y el retrato de personajes a través de los detalles, Tomás Vargas Osorio nos presenta una voz narrativa capaz de contemplar la decadencia de la cultura sin apartar la mirada.
