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Alabado seas, mi Senor , cantaba san Francisco de Asis. En ese hermoso cantico nos recordaba que nuestra casa comun es tambien como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: Alabado seas, mi Senor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y g obierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba (n.1).