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Ahora que MarÃa ha aprobado las oposiciones y ha conseguido (¡por fin!) una plaza fija, su vida de maestra deberÃa ser maravillosa. Ya no tiene que recorrer tropecientos kilómetros para dar clases en la Conchichina, y lo de estudiar de lunes a domingo es cosa del pasado. Sin embargo, nada más comenzar el curso, todo se complica.
No se trata de un berrinche de novata; es que ya no puede más. En el nuevo centro se siente más perdida que un pulpo en un garaje, y no solo porque le haya tocado la clase más revoltosa o porque la directora sea un auténtico desastre# Por muy buenas que sean las intenciones de MarÃa, nada parece ir bien: su paralela le hace la vida imposible, los padres confabulan en su contra en el grupo de Whatsapp, y en el huerto escolar que ha montado no crecen más que malas hierbas# Además, y por si no fuera suficiente con sobrevivir al dÃa a dÃa, ¡este año le ha tocado organizar la acampada de fin de curso!
Y es que, aunque lleve años ejerciendo, una maestra nunca deja de aprende