Manual jurÃdico para evitar el ingreso en la cárcel
estudio doctrinal y jurisprudencial de las alternativas a la prisión
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Siempre agradecido por un nuevo testimonio de nuestra amistad, me dispongo, de forma un tanto apresurada, a sumarme a la invitación de Julián para prologar, con unas humildes reflexiones, un libro tan necesario como lo es este «Manual jurÃdico para evitar el ingreso en la cárcel» que el lector tiene ahora entre las manos. Lo hago al calor de la nueva vida que hace pocos dÃas ha entrado en casa, comprobando una vez más esa gran verdad de que muchas tareas importantes a lo largo de nuestro recorrido las acometemos con un niño en el regazo.
Sabemos todos sus amigos que a Julián no se le puede —ni se le debe, aunque fuera desde el más puro egoÃsmo personal— decir que no, cuando su fructÃfero camino de solidaridad, hospitalidad y justicia sale a nuestro encuentro. Lamenté hacerlo en fechas no muy lejanas con ocasión de la presentación de su libro sobre «La prisión perpetua en España», ese ensayo valiente en el que el autor deja al desnudo las vergüenzas de la pena de reclusión a perpetuidad, eufemÃsticamente denominada prisión permanente revisable, y con la que por voluntad del legislador convivimos desde el pasado mes de julio. En aquella ocasión, escuchando a los intervinientes en la mesa redonda en la que no pude participar, y compartiendo los testimonios tanto de vÃctimas como de personas condenadas por los más graves crÃmenes que el lector pueda imaginar, volvieron a calar en mà las palabras de Julián: hay realidades ante las que no se debe permanecer callado.
Y este libro habla de una de esas realidades, y del sufrimiento que conlleva un sistema penal cada vez más deshumanizado. Afrontar sus capÃtulos y leer sus páginas, que no dejan de interpelarnos y cuestionarnos sobre la oportunidad e idoneidad de la pena de cárcel, no es tarea fácil para quienes formamos parte de ese sistema, quizá más aún para quienes tenemos la prerrogativa legal de privar a las personas de uno de sus bienes y derechos más preciados, la libertad.
Me permitirán por ello que refleje alguna anécdota del pasado, pidiéndoles de antemano disculpas por hablar en primera persona, tratando de ofrecer, en mi descargo, una mejor comprensión de la importancia del planteamiento recogido en este texto.
Conocà a Julián mientras cursaba el último año de la carrera, cuando tuve la oportunidad de colaborar con él dentro del departamento de Derecho penal de la Universidad de Comillas, en un trabajo de investigación dirigido a escuchar las voces de los presos —muchos de ellos internos en régimen de aislamiento y sometidos a las más duras condiciones del sistema penitenciario—, y a darles la más amplia difusión pública. Como siempre ocurre con Julián, la propuesta estaba cargada de tanta lógica y humanidad que lo que causaba extrañeza era que a nadie se le hubiera ocurrido antes reflexionar sobre lo que tantas voces juntas querÃan decir. Después de meses preparando los cuestionarios y recabando de las prisiones de todo el paÃs —no sin ciertos avatares institucionales en el camino— las respuestas que ofrecÃan los internos, éstas quedaron recogidas en el libro «Mil voces presas». Esta experiencia, además de servir de denuncia de las condiciones muchas veces inhumanas que entonces se padecÃan en nuestras cárceles, dejó plantadas, en algunos de los que participamos en ella, las semillas que habrÃan de germinar en el futuro, a través de un ejercicio responsable y humanizador de nuestra profesión.