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Cuando, el 31 de diciembre de 1991, se arrió en el Kremlin la bandera de la Unión Soviética, concluyó la experiencia revolucionaria más importante del Siglo XX y, con ella, el intento más audaz de construir una alternativa superadora del régimen capitalista. Es cierto que la liberación social y las transformaciones que prometÃan sus protagonistas estaban muy lejos de haberse concretado y que el paÃs se habÃa transformado en algo diferente a lo que pretendÃa ser. Pero a principios de los 80 la Unión Soviética no sólo era la segunda potencia mundial sino que también contaba con la aceptación de la mayor parte de la sociedad. Aunque su performance económica mostraba signos preocupantes, estaba lejos aún de una crisis terminal.