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PodrÃa afirmarse que Rafael Gil (1913-1986), más que un prolÃfico director, fue un inquieto hombre de cine. Cinéfilo y crÃtico cinematográfico, documentalista y guionista, director y productor, fueron todas esas facetas las que conformaron su retrato profesional e hicieron de él la gran promesa del renacimiento de la cinematografÃa española tras la cruentaGuerra Civil que dejó un largo poso de amargura y un paÃs desolado. Considerado oficialista y conservador por sus crÃticos, Gil planteó su profesión en comunión con los gustos del espectador, huyendo de la teorÃa de un único autor y confirmando su concepción de que el cine es un trabajo de equipo, resultado de la conjunción de esfuerzos profesionales dotados de talento e iniciativa