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Este segundo tomo recorre medio siglo desde 1880 a 1930, y marca la crisis progresiva del formato “comercial, pastoril y caudillesco†que sufrió el paÃs para dejar lugar en forma paulatina a una implantación capitalista, originariamente débil. En este perÃodo ingresan grandes oleadas de inmigrantes. El Uruguay moderno comenzó a prefigurarse en procesos tempranos de urbanización, secularización y conformación de un primer imaginario nacionalista. Surge un gran impulso de avance reformista articulado por la crisis económico-financiera de 1890 y la crisis polÃtico-militar de las guerras civiles de 1897 y de 1904. Fue un perÃodo que transcurrió con mucho optimismo, con desmesurada seguridad, de las inclemencias de la crisis a la expectativa de una multiplicidad de “utopÃasâ€. El 900 trató de ordenar las lÃneas claves del reformismo como reflejo de una sociedad “nueva y en formaciónâ€. La fórmula de éxito de esa modernización se reconoce en la frase: “vino nuevo en odre viejoâ€.
A la par de ello, entre los años 1880 y 1930, la economÃa uruguaya se iba insertando gradualmente en los mercados internacionales como abastecedora de alimentos y materias primas.
Este perÃodo está presente en la mentalidad histórica de los uruguayos con un prestigio casi mÃtico. Hasta hoy configura un espejo querido y honrado para una sociedad que con frecuencia radicó en ese tiempo su “pasado de oroâ€, esa utopÃa retrospectiva que casi siempre cimentó más el espÃritu conservador y restauracionista que la inspiración del genuino impulso transformador de aquellos años.